La ley 21.155 protege la lactancia como un derecho de la niñez, en ella se establece el libre amamantamiento en los espacios físicos, el uso voluntario de las salas de lactancia, al menos una hora al día para amamantar a nuestros bebés, hijos o hijas y que el o la empleador/a nos dé las facilidades para que nos extraigamos y almacenemos leche (como los principales puntos). Respecto a la experiencia, me gustaría contarles mi historia.

Mi hija nació de 32 semanas, por lo que mi posnatal se extendió hasta que ella cumplió el año. Después de un año de fusión y puerperio, volví a las aulas en tercero y cuarto medio. El primer día partí con mi extractor en la mochila, pero me topé con el primer obstáculo: el colegio no contaba con la sala de amamantamiento considerada en la ley. Sólo había un baño comunitario para profesores, apoderados y directivos. Entre los 10 minutos de recreo y los 45 de almuerzo me encerraba en el baño público de mi colegio para descongestionar mis mamas. Ahí me di cuenta de que la extracción de leche era incompatible con mi lugar de trabajo, así que después del primer día dejé indefinidamente el extractor en la casa. Me parecía antihigiénico sacarme leche en un baño público, exponerme así. Mis pechos en una semana se acostumbraron a los nuevos horarios de toma (bendito cuerpo que se adapta) y en ese proceso un par de veces manché mi delantal con leche.

Mi trabajo quedaba en Maipú y yo vivía en Santiago Centro, por lo que ocupaba toda mi hora de amamantamiento en traslado. Mi jefa accedió a darme media hora extra para poder hacer un uso real, pero contabilidad no aprobó ese criterio, por lo que a fin de mes tenía un gran descuento en la liquidación de sueldo Ahí comenzó la pelea por esa media hora, que, después de varios malos ratos, accedieron a darme. Tristemente me di cuenta de que, cuando se acaba el posnatal, uno sale a un mundo que te pone muchos obstáculos para la lactancia, me sentía en una constante cruzada.

En esta semana, en la semana de la lactancia, es importante visibilizar que, si bien hay leyes que protegen la lactancia, en la práctica nos encontramos con barreras culturales. Las personas se sorprenden cuando lactas a tu hijo o hija si tiene más de dos años, muchas veces no contamos con un lugar limpio y exclusivo para poder extraernos leche o para poder amamantar en tranquilidad. Tampoco faltan las reuniones fijadas en tu hora de amamantamiento, o que cuesta mucho cambiarse de trabajo con un hijo menor de dos años y que te respeten tus derechos. Y sí, nos quedamos calladas para cuidar la pega o para ahorrarnos problemas y malos ratos. Ya es suficiente lidiar con las propias emociones y además compatibilizar la maternidad con el trabajo.

Existen leyes que nos protegen, pero estamos en una sociedad donde la prioridad es la fuerza laboral, es en la cultura chilena de estos últimos años donde el cuidado de los niños y niñas es delegado sólo a madres y padres, y no se puede parar, uno tiene que seguir igual que antes y producir lo mismo.

Visibilicemos estos temas para que, de a poco, tomemos la conciencia que, en lactancia, el apoyo de la sociedad es fundamental: por mis hijos/as, los/as tuyo/as y los/as que vienen en camino.

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