Cuando nuestr@s hij@s son pequeñit@s vemos con tanta lejanía la adolescencia. A veces tenemos el temor a que crezcan y que nunca lleguen a esa etapa a la cual tememos much@s madres y padres.

Culturalmente la adolescencia tiene mala fama: que siempre tienen cara larga, que todo es fome, que no salen de su pieza, que prefieren estar con sus amigos y que ni les interesa estar con nosotr@s…Muchas madres y padres de adolescentes extrañan a ese o esa niñ@, “antes todo era más fácil”.

La transformación que viven nuestr@s hij@s es un duelo que tod@s tenemos que vivir. Como dice Daniel Siegel “no podemos detener una catarata, pero sí podemos aprender a encauzar ese caudal y aprovechar su fuerza”.

Estos cambios tienen relación con cambios que ocurren en la estructura cerebral. No todo tiene que ver con las hormonas, sino más bien, el cerebro se prepara para desarrollar procesos cognitivos más complejos y, sobre todo, que nuestr@s hij@s dejen el nido. La esencia de la adolescencia es preparar el terreno para volar.

En términos biológicos, los cambios que suceden son fundamentales y repercuten en la conducta de tod@ adolescente.  Uno de ellos es que en esta etapa ocurre una poda neuronal; es decir, se elimina lo que no se usa y se refuerza lo que más se hace (ya sea para bien o para mal) ¿Te acuerdas de que cuando eras niñ@ hacías algún deporte o actividad que después nunca más hiciste? La olvidas completamente como si nunca la hubieras hecho. Eso es producto de la poda neuronal que ocurre en esta etapa. El cerebro adolescente libera espacio para operaciones más complejas.

También el cerebro adolescente tiene un umbral más alto de dopamina (gratificación), es decir, que para que libere esa sensación de disfrute al hacer algo requiere de un estímulo más intenso que el cerebro adulto, sin embargo, cuando esto sucede liberan más dopamina que nosotr@s l@s adult@s. Sus decisiones están marcadas por la dopamina, por lo que es común que encuentren todo aburrido y disfruten más en las conductas riesgosas. Es por ello por lo que la educación emocional es fundamental en esta etapa y nos ayuda a prevenir o disminuir los riesgos.

Otro cambio cerebral es la mielinización (las neuronas se recubren y hacen que la información pase más rápido y nuestro cerebro sea más ágil) esto se logra con deporte, buena alimentación y sobre todo con un buen dormir.

Finalmente, para no detenerme en cosas tan técnicas, se produce un crecimiento del lóbulo frontal desarrollando en ell@s la habilidad de reflexión,  pensamiento crítico y empezar a tener consciencia de cómo son y sobre lo que hacen. Este cambio genera en ell@s que anden más retraid@s, confuns@s y mucho más pensativ@s. Ya no son esos niñ@s tan alegres que conocíamos. Toda esta transformación cerebral los hace andar más irritables, impulsivos y que pasen de una emoción a otra. Lo que les pasa a nuestr@s hij@s y su cambio está relacionado con una profunda transformación en ell@s.

Espiritualmente hablando, el ser humano en esta etapa aprende que el mundo es verdadero, se cae el velo de la fantasía y los muros que nos protegían en la niñez bajan abruptamente. El mundo entra en ellos y se muestra tal como es. Se dan cuenta que sus padres son seres humanos y cometen errores, no son héroes, son reales y tienen limitaciones. Eso duele y abruma.

Entonces ¿qué puedo hacer en esta etapa? Tener un adolescente a nuestro lado nos rejuvenece y nos vuelve a recordar cómo éramos nosotr@s. Conectar con mi adolescente interior me puede dar la sabiduría para acompañar sin invadir y volver a conectarme con el disfrute, el goce y la liviandad (por ejemplo, mi adolescente interior me dio la fuerza para salirme de mi trabajo tradicional para ir por el trabajo de mis sueños)

La adolescencia es una etapa maravillosa y socialmente necesitamos a nuestros jóvenes, que tienen la fuerza de romper con la tradición para ir por formas nuevas de hacer las cosas.

¿Qué necesita un adolescente? Que sigamos siendo sus guías, pero como copilotos. Cuidando de mantener la comunicación que es clave para sortear los desafíos de esa etapa. Otras sugerencias son:

  • Afecto, establecer los límites respetando su autonomía adecuada a su edad.
  • Apoyar y favorecer la independencia
  • ¡Permitir los errores y transformarlos como un aprendizaje, ya que en esta etapa se equivocan mucho!
  • Validar sus emociones
  • Fomentar su pensamiento creativo a través del arte, música y deporte.
  • Involucrarlos en las soluciones y conflictos que podamos tener con ellos.
  • Estar presentes. Que un adolescente se aleje no es lo mismo que se cierre por completo. Aún necesitan nuestro apoyo, pero sin invadir.
  • Mantener los canales abiertos de comunicación.

La adolescencia es una tremenda transformación y de todo este proceso surgirá su identidad, es un segundo nacimiento y así como cuando comienzan a caminar preparamos el espacio para que exploren tranquilamente, en la adolescencia el ejercicio es similar.

Entonces me gustaría compartirte estas preguntas a modo de cierre y que inviten a la reflexión ¿Qué espacios les doy de exploración? ¿Ofrecemos consejos de manera respetuosa que inviten a escuchar y poner en práctica? ¿Cómo acompaño sus errores? ¿Tengo una comunicación fluida con él o ella?

Cariños,

Claudia Oliva Arriagada
Directora Académica de la Red Chilena de Crianza Respetuosa y Directora de la OTEC Bosque Capacitaciones Conscientes.
Profesora de Filosofía
Facilitadora de Disciplina Positiva en Familia (PDA)
Realizo acompañamientos personalizados a madres y padres que deseen aprender herramientas prácticas para conectar con su hij@.

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